Trascender en una frase. Escribir una historia entre dulces y amargos versos. Correr por un mundo raro, como un caballo sin freno. Seguir siendo el rey con dinero y sin dinero. Morir y vivir en el recuerdo del pueblo. Así es la leyenda José Alfredo. Si vas a Dolores Hidalgo, podrás conocer su casa, ahora convertida en museo.

"Yo no sé lo que valga mi vida, pero yo te la vengo a entregar".

De la misma forma que Luis Miguel revivió los boleros, así José Alfredo Jiménez a sus 17 años, renovó el género ranchero. Todas las canciones del joven dolorense, las querían grabar las estrellas consagradas de aquel tiempo. Artistas como Pedro Infante y Jorge Negrete, fueron seducidos por sus letras llenas de talento.

"Si nos dejan nos vamos a querer toda la vida".

El museo de José Alfredo Jiménez cuenta con 8 salas. Cada una lleva el nombre de algunas de sus 280 canciones: Ese pueblo de Dolores, Cuatro caminos, Qué suerte la mía, Paloma querida, El rey, Estoy en el rincón de la cantina, La vida no vale nada y Olvídate de todo, menos de mí.

"Ojalá, que te vaya bonito".

En estos espacios se narra la infancia del gran compositor, dividida entre Dolores Hidalgo y la Ciudad de México. Se describe también la época de calamidades que pasó José Alfredo cuando fue adolescente. El éxito llegó con sus presentaciones en la radio y con sus primeras grabaciones. Así se convirtió en El Rey y con el ascenso llegaron los excesos, que de manera trágica lo llevaron a su descenso. Desde ese momento, en sus canciones vive con nosotros el hijo del pueblo.

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